sábado, 8 de enero de 2011

PERFECCIÓN; NO PERFECCIONISMO


La felicidad que no perfecciona es mentira: la perfección que hace desgraciados no es verdad.
Concepción Arenal.
El es fuente de ansiedad, de estrés y de neurosis y, en consecuencia, es incompatible con la paz interior, con la salud psíquica y con una personalidad equilibrada y armónica. Es decir, hacer las cosas lo mejor posible. pero al perfecionista esto no le satisface y pretende el imposible de la perfección en todo, algo que le agota y estresa constantemente. Es suprahumano e inhumano buscar la inalcanzable y frustrante perfección, porque todos somos limitados y nadie es perfecto.
La mayoría de los perfeccionistas que he conocido se sentían mal consigo mismos y al pretender la perfección, acabaron por instalarse en la inanición y el fracaso quejumbroso, trinando contra su mala suerte, contra la maldad de los demás o contra la vida.
El perfeccionista nunca llega a ser una persona de éxito por culpa de su mente dicotómica, que todo lo percibe y proyecta en la línea de "todo-nada". No le interesan los pequeños éxitos, no soporta aprender de los fracasos y la pretender este imposible, se instala en la renuncia en no intentar nada si no tiene garantizado el éxito. Hay una prueba sencilla que hacemos los psicólogos a los niños, que predice en buena medida quienes tendrán éxito y lograrán sus objetivos al llegar a adultos. Se invita a los niños de ocho o diez a años para que consigan meter en la boca de una rana metálica, en un plato o en un agujero todas las monedas o arandelas que puedan. Se les indica que el mérito está en conseguir meter le mayor número de piezas posibles a más distancia. Pues bien, los niños perfeccionistas se colocan demasiado lejos y así justifican su fracaso. Algunos niños, los eficaces, los que no buscan la perfección, si no la excelencia, se entrenan desde diversas distancias hasta lograr una dificultad media y se sienten satisfechos si desde una buena distancia consiguen colar cuatro o cinco fichas de diez. Ellos mismos asumen que esos "fracasos" son necesarios para adquirir más habilidad. A medida que son más hábiles, aumentan la dificultad, es decir, la distancia. El ser humano está pensado para superar obstáculos, vencer dificultades, asumir responsabilidades y lograr objetivos. Las cosas casi nunca salen a la primera y mucho menos a la perfección, y a lo máximo que podemos aspirar los humanos es a poner todo el esfuerzo, toda nuestra inteligencia y todo nuestro empeño en aquellos que nos proponemos. A eso llamamos actitud inteligente que se suele tener como consecuencia excelentes resultados, eficacia,felicidad que perfecciona.

Fuente:

"Las cien lecciones del aprendiz de sabio"

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