

Para estimular nuestra creatividad siempre es necesario atreverse a hacer cosas distintas a las que estas habituado. Los innovadores crean el porvenir, su porvenir, y pueden hacer cambiar el futuro de ellos mismos y de la sociedad. Observemos a un niño de cinco años cuando juega, se inventa situaciones, personajes, lugares..., está desarrollando su creatividad nata. Conforme vamos creciendo nuestra mente se acomoda y dejamos de imaginar. No por ser adultos ya debemos dejar de ejercitar nuestra imaginación. Cuando estés con la mente en blanco, estancado o bloqueado un buen ejercicio para llamar a nuestra imaginación es escribir lo primero que se te ocurra de una forma libre, sin reglas gramaticales y sin autocensurarte. Cuando hayas acabado lo rompes y lo tiras. Así ya estas preparado para pensar con más claridad. Ayuda mucho visualizar imágenes agradables, Paisajes, sitios espaciosos..., estas imagenes te liberan de pensamientos repetitivos y abrirán la mente a la creatividad. También tenemos la tendencia a dudar de nuestra capacidad de creación. Para evitarlo, una buena idea es salir de uno mismo creando un personaje inventado. Ponle un nombre que te sugiera algo o busca un personaje exitoso para relacionarlo y haz que sea el quien actúe de una forma distinta. Los grandes inventores y artistas del renacimiento, Leornardo Da Vinci o Miguel Ángel, tenían por costumbre utilizar un libro de taller donde se anotaban las ideas que espontáneamente les surgían, ideas que una vez desarrolladas se convertían en grandes proyectos. Podemos emular a ellos llevando siempre una pequeña libreta encima y anotar todo aquello que te surja como una idea: imágenes, sensaciones, sueños, recuerdos..., si te parece descabellado no importa ya que muchas de estas idea pueden ser el germen de algo grande y fructífero. En el foro económico de Davos, el director de orquesta Benjamín Zender puso el siguiente ejemplo: Dos vendedores de zapatos viajan a África para buscar nuevos mercados. Cuando llegan a su destino, el primero envía el siguiente mensaje: "Ninguna esperanza, aquí la gente no utiliza zapatos", mientras el otro dice: "Es una oportunidad increíble, la gente todavía no utiliza zapatos". El mismo problema era para los dos vendedores, pero solo el segundo supo buscar una solución creativa: "Si no usan zapatos, ¡les convenceré para que lo hagan!".
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